En una sorprendente serie de decisiones, el Dr. Julio César Alak, flamante Intendente de La Plata, está siendo duramente criticado por su gestión en el reordenamiento de personal, específicamente en el área vital de asistencia a las adicciones. La polémica surge a raíz de la desatención a la Dirección de Prevención y Asistencia de las Adicciones, que durante ocho años ha brindado apoyo gratuito a decenas de personas y familias.
Uno de los errores más alarmantes del nuevo mandato municipal es el desprecio hacia el personal que, durante años, ha trabajado incansablemente sin cobrar. Sorprendentemente, estos profesionales, que merecen estar entre los beneficiarios de un salario digno, continúan sin recibir la compensación económica que les corresponde. Con sueldos ya modestos, alrededor de 110.000 pesos, muchos temen la baja de sus contratos, sumergiéndolos en la incertidumbre económica.
Para empeorar las cosas, aquellos que lograron acceder a algún tipo de remuneración solo recibieron la ínfima cifra de 80.000 pesos, una cantidad que está lejos de reflejar el esfuerzo y la dedicación de estos trabajadores. La situación se agrava con la falta de atención a la Dirección desde el cambio de gobierno, dejándola acéfala desde el pasado 10 de diciembre, sin que ninguna autoridad se haya acercado para evaluar la situación y garantizar la continuidad del importante trabajo que realiza.
En un momento en el que el país solicita declarar la emergencia en adicciones, resulta desconcertante que el Intendente Alak haya decidido desmantelar el único dispositivo que brinda respuesta a esta urgencia social. La falta de sensibilidad y perspectiva sobre la importancia de la labor realizada por la Dirección plantea interrogantes sobre las prioridades de la nueva administración.
No se trata aquí de supuestas irregularidades dentro del municipio, sino de un desprecio hacia una institución que ha demostrado su valía a lo largo de los años. Testimonios de los asistidos y sus familias respaldan la efectividad de la labor desempeñada por este equipo, a menudo con recursos propios, resaltando la desconexión entre las nuevas autoridades y la realidad que enfrentan aquellos afectados por las adicciones.
En este contexto, cabe recordar a las nuevas autoridades municipales que los adictos y sus familias también forman parte de la PATRIA y merecen ser considerados en cualquier reorganización administrativa. ¿Acaso no somos todos PATRIA? La falta de atención y respeto hacia esta problemática crucial plantea serias dudas sobre la dirección que el Dr. Julio César Alak está llevando a La Plata en términos de bienestar social y responsabilidad gubernamental.
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