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La historia de las políticas de drogas puede verse como una historia de alarmismos sin tregua. Como si los medios de comunicación tuvieran un diccionario de sinónimos de cabecera, especializado en horrores y espantos. Es abrir la noticia y empezar a brotar toda suerte de enormidades, de discursos insidiosos que, a menudo, rehuyen toda contextualización. ¿Para que, si eso no cuenta para el algoritmo?
Un día sí y otro también, unos u otros medios reproducen con entusiasmo desmedido patrañas según las cuales la sustancia A, presente (o no) en nuestras calles, más pronto que tarde dará lugar a todo tipo de calamidades. Las drogas y, en. los últimos tiempos, ciertas conductas «adictivas» relacionadas sobre todo con el abuso de dispositivos móviles, ya sea en sí mismo, ya sea por el acceso que facilita a contenidos proscritos (porno, por ejemplo) que, como se da por hecho, generan adicción. El enésimo jinete del Apocalipsis cabalga a sus anchas entre un aluvión de datos.
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