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Los neurocientíficos llevan mucho tiempo buscando formas de reabrir «periodos críticos» en el cerebro, cuando los mamíferos son más sensibles a las señales de su entorno que pueden influir en los periodos de desarrollo cerebral. Ahora, los investigadores han demostrado que las drogas psicodélicas están relacionadas por su capacidad común de reabrir dichos periodos críticos, pero difieren en la duración del periodo crítico abierto: de dos días a cuatro semanas con una sola dosis.
Los hallazgos de ese estudio en ratones realizado por un equipo de la Johns Hopkins Medicine (Estados Unidos), publicados en la revista ‘Nature‘, ofrecen una nueva explicación del funcionamiento de las drogas psicodélicas, dicen los científicos, y sugieren un potencial para tratar una serie más amplia de afecciones, como el ictus y la sordera, más allá de las que se estudian actualmente con estas drogas, como la depresión, la adicción y el trastorno de estrés postraumático.
Los científicos también aportan una nueva visión de los mecanismos moleculares afectados por los psicodélicos. Se ha demostrado que los periodos críticos desempeñan funciones tales como ayudar a los pájaros a aprender a cantar y a los humanos a aprender un nuevo idioma, reaprender habilidades motoras tras un ictus y establecer la dominancia de un ojo sobre el otro.
«Hay una ventana de tiempo en la que el cerebro de los mamíferos es mucho más susceptible y abierto al aprendizaje del entorno –afirma Gül Dölen, Doctor en Medicina y Profesor Asociado de Neurociencia en la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins–. Esta ventana se cerrará en algún momento, y entonces, el cerebro se vuelve mucho menos abierto a nuevos aprendizajes».
Basándose en la experiencia de su laboratorio en el estudio del comportamiento social, el equipo de Dölen ha estado investigando cómo las drogas psicodélicas funcionan reabriendo estos períodos críticos. En 2019, su equipo descubrió que la MDMA, una droga psicodélica que despierta sentimientos de amor y sociabilidad, abre un periodo crítico en ratones.
En ese momento, Dölen pensó que las propiedades prosociales de la MDMA allanaban el camino para abrir el período crítico, pero su equipo se sorprendió, asegura, al descubrir en el estudio actual que otras drogas psicodélicas sin propiedades prosociales también podían reabrir períodos críticos.
Para el estudio, el equipo de Dölen analizó el potencial de reapertura de cinco drogas psicodélicas –ibogaína, ketamina, LSD, MDMA y psilocibina– que, según numerosos estudios, pueden cambiar las percepciones normales de la existencia y permitir una sensación de descubrimiento de uno mismo o del mundo.
El equipo de investigación llevó a cabo una prueba de comportamiento bien establecida para comprender la facilidad con la que los ratones machos adultos aprenden de su entorno social. Entrenaron a los ratones para que desarrollaran una asociación entre un entorno vinculado a la interacción social y otro vinculado a estar solos.
Al comparar el tiempo que pasaban en cada entorno después de administrar la droga psicodélica a los ratones, los investigadores pudieron comprobar si el periodo crítico se abría en los ratones adultos, permitiéndoles aprender el valor de un entorno social, un comportamiento que normalmente se aprende de jóvenes.
En el caso de los ratones a los que se administró ketamina, el período crítico de aprendizaje de la recompensa social permaneció abierto en los ratones durante 48 horas. Con la psilocibina, el estado abierto duró dos semanas. En el caso de los ratones a los que se administró MDMA, LSD e ibogaína, el periodo crítico permaneció abierto durante dos, tres y cuatro semanas, respectivamente.
Los investigadores afirman que la duración del periodo crítico en los ratones parece ser similar a la duración media de los efectos agudos de cada droga psicodélica.
«Esta relación nos da otra pista de que la duración de los efectos agudos de las drogas psicodélicas puede ser la razón por la que cada droga puede tener efectos más largos o más cortos en la apertura del periodo crítico», explica Dölen.
«El estado abierto del periodo crítico puede ser una oportunidad para un periodo de integración posterior al tratamiento para mantener el estado de aprendizaje –añade–. Con demasiada frecuencia, después de someterse a un procedimiento o tratamiento, las personas vuelven a sus caóticas y ajetreadas vidas que pueden resultar abrumadoras».
Por ello, apunta que «es posible que los clínicos quieran considerar el período de tiempo posterior a una dosis de droga psicodélica como un tiempo para sanar y aprender, de forma muy parecida a como lo hacemos para una operación a corazón abierto».
A continuación, los científicos analizaron el impacto de las drogas psicodélicas en los mecanismos moleculares. En primer lugar, examinaron en células cerebrales de ratones un punto de unión, conocido como receptor, para el neurotransmisor serotonina. Los investigadores descubrieron que, mientras que el LSD y la psilocibina utilizan el receptor de serotonina para abrir el periodo crítico, el MDMA, la ibogaína y la ketamina no lo hacen.
Para explorar otros mecanismos moleculares, el equipo de investigación recurrió al ácido ribonucleico (ARN), un primo del ADN que representa qué genes se están expresando (produciendo proteínas) en las células de los ratones. Los investigadores hallaron diferencias de expresión entre 65 genes productores de proteínas durante y después de la apertura del periodo crítico.
Alrededor del 20% de estos genes regulan proteínas implicadas en el mantenimiento o la reparación de la matriz extracelular, una especie de andamiaje que recubre las células cerebrales situadas en el núcleo accumbens, una zona asociada a comportamientos de aprendizaje social que responden a recompensas.
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